Cuando la
campiña de Claypole era conocida como el l’or bleu (oro azul) de la zona sur
Difícil le
es al habitante de la localidad de Claypole, partido de Alte Brown, poder
imaginarse que hace más de 80 años, las
calles que hoy transitan estaban cubiertas por extensas plantaciones de
lavandas y otras plantas aromáticas muy similares a la Provenza francesa, región
famosa por el cultivo de estas especies destinadas a la industria de perfumes.
Pero en
verdad existió y fue muy productiva, ofreciendo trabajo a cientos de familias
que venían de diferentes lugares en tiempos de cosechas.
Esta
empresa se asentó cerca de lo que fue la ya desaparecida Eco granja Don Orione,
llegando sus limites al Cottolengo y parte de una laguna ya desaparecida que
sobrepasaba la actual Av Eva Perón, toda esa extensión a comienzo de la primavera se inundaba de
colores azules y violáceos con grandes surcos para la que la cosecha sea aun
mas rápida.
Este
emprendimiento fue la idea de una importante farmacia de capital federal quien
contrato a dos expertos franceses para el cultivo y manufacturación de aceites aromáticos
con la finalidad de abastecer a las perfumerías porteñas e incluso
comercializarlos a Europa.
Claypole a principios
de los años 30 era considerada una zona privilegiada por su altura, dueña de un
clima ideal para el cultivo de estas plantas, por entonces la gran variedad de eucaliptos,
pinares y limoneros abundaban en la zona, los sembradíos de los primeros colonos
de origen italiano, le daban esa pincelada de campiña europea, casi una pequeña
Provenza francesa, prospera e ilimitada.
La lavanda
es un símbolo de la Provenza y mundialmente conocida por sus paisajes únicos, una
planta con un perfume incomparable y con propiedades extraordinarias.
Una
multitud de colores violetas y azules tiñen los campos de la Provenza durante
el período de floración, de junio a septiembre en Europa y aquellos
emprendedores de origen francés, lo soñaron así, vieron en las tierras de
Claypole el reflejo del oro azul y no desperdiciaron esta oportunidad económica
que como todo sueño, tiene su tiempo de prosperidad y otro de final.
La compañía
Franco –Argentina de lavandas y esencias , finalizo su tarea a principios de
los años 40, apenas diez años duro el emprendimiento del cual nunca se supo el
por que de su retiro, unos años después otro grupo de origen japonés, intento
resurgir los cultivos, pero no prospero.
Hasta mediados de los años setenta, según cuentan
los vecinos mas antiguos, todavía se podían ver cerca de lo que hoy es la manzana 27 del
complejo urbano Don Orione, algunas plantas salvajes de lavandas, muy pocas,
dispersas, seguramente retoños que sobrevivieron a lo que llego a ser el oro
azul de la zona sur , vestigios de un pasado con tintes europeos que llenaron
de vida y color estas tierras que hoy caminamos.
Juan José Alarcón .
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