Longchamps y sus barrios
olvidados
Serrano:
En Amancay y Villa Paris se sobrevive
al limite de la indignidad
De
recorrida y como parte de la campaña electoral en su postulación a primer
concejal del espacio que lidera Sergio Massa, Mario Serrano volvió a caminar
por las pantanosas calles de Villa Paris, un reducto emergente de casas bajas y
semi construidas, donde el chaperio abunda y las necesidades están a la orden
del día.
Barrio reo
pero de laburantes, barrio bravo pero con justas razones, todo lo realizado y
lo poco que se puede observar, fue levantado a pulmón, las escasas luminarias
que sobreviven de años pasados, contrasta con el barro imposible que no perdona
ningún calzado, ahí donde las camaras no llegan, tampoco las ambulancias ni las
patrullas, viven gente, vecinos, niños que en casi todos los casos deben
transitar el fango para llegar a alguna parada cercana.
Como ocurre
cuando un candidato se acerca, prontamente Serrano es rodeado de vecinos que
reclaman, piden, exigen, se quejan y esperan, siempre esperan, por un minuto se
hacen visibles de cara a una sociedad que parece darles la espalda.
“ Ninguna persona debe vivir en
estas condiciones, es indigno, no solo por el barro que para mi no es ninguna
novedad, sino por las condiciones calamitosas en todo sentido, la mayoria de
los candidatos de siempre, llegan , prometen, asumen y todo sigue igual por años, esto da pena,
contarlo es una cosa, pisarlo es otra, estamos a 25 minutos de la Capital
federal y la gente vive como en la época de la colonia y peor por que las
enfermedades no se curan con un panfleto y como podes ver después de la lluvia
y por varios días mas, nadie entra, ninguna urgencia, solo los carros y esto
como lo titularias?, aca la gente no vive, sobrevive al limite de la indignidad.
_Preocupado
por la desesperación de la gente,
Serrano siguió camino rumbo al barrio Amancay, no muy diferente al descripto
anteriormente, la tarde llega, las luces mortecinas apenas iluminan los charcos
traicioneros , alguna vecina apurada cruza lo que queda de lo que una vez fue
una vereda, el perrerio ya se adueña del barrio y las ventanas se cierran,
señal que todo vuelve a empezar en un conurbano mas que profundo donde lo que
menos se hablo fue de la inseguridad, es que para los vecinos del lugar ya es
una batalla perdida que se diluye ante tanta necesidad recurrente.
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