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sábado, 6 de octubre de 2012


EL GOBIERNO TEME UN EFECTO DOMINO EN LAS FUERZAS

Prefectos y gendarmes realizarán hoy una asamblea para definir sus futuras acciones. Buscan la adhesión de otras fuerzas a la protesta.


Cinco días después de su estallido, la principal preocupación en la Casa Rosada frente al conflicto en las fuerzas de seguridad es que se produzca un efecto dominó y que la protesta salarial se disemine. La crisis en las fuerzas de seguridad se acentúa en un complicado laberinto financiero, legal y de conducción. “Ante la falta de respuesta del Gobierno”, los suboficiales de Prefectura Naval y Gendarmería convocaron para hoy al mediodía a una asamblea general para “definir los pasos a seguir”.

Durante toda la jornada de ayer, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner permaneció en la Quinta de Olivos, donde recibió a algunos funcionarios en horas de la tarde y se vio obligada a postergar el viaje que tenía previsto hacer a Santa Cruz para pasar el fin de semana largo. Entre los visitantes estuvo el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina; el viceministro de Economía, Axel Kicillof; el titular de la Anses, Diego Bossio, y Martín Reibel, responsable de la Agencia Administrativa de Bienes del Estado. Pero el paisaje habitual de la residencia se vio alterado por un incremento de la seguridad.

“Vamos a seguir acá hasta que tengamos una respuesta. A todos los camaradas que están en descanso de guardia, en licencia, retirados, los invitamos a venir acá”
Durante las negociaciones de ayer entre los “delegados” de ambas fuerzas, funcionarios del Ministerio de Economía y el secretario de Seguridad, Sergio Berni, se vivieron momentos de tensión cuando el diálogo se estancaba porque “los números no cierran”. La incorporación de una serie de adicionales al salario de los uniformados implicarían unos 4 mil millones de pesos, guarismos que se incrementarían aún más si el Gobierno acepta uno de los principales reclamos: un básico de 7 mil pesos.

Berni prometió para el próximo martes una respuesta al petitorio. Sin embargo, según dejaron trascender fuentes de la cartera de Seguridad, se está intentando “una readecuación financiera a través de un incremento de suplementos” que no se sumarían al pedido de blanqueo, situación que genera desconfianza.  

La orden de la Presidenta habría sido sencilla: “Quiero que arreglen el conflicto, pero no generen otro”. En ese sentido serían tres sus temores.

El primero de ellos es que el reclamo se extienda en las demás fuerzas policiales y en Ejército y la Fuerza Aérea. La Armada fue hasta el momento la única de las fuerzas que hizo sentir su malestar. Cuando esto último sucedió, el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, y los jefes del Ejército y de la Fuerza Aérea buscaron llevar tranquilidad a sus subordinados y hasta tuvieron que frenar protestas a punto de detonar.

La idea de que las demandas de blanqueo lleguen al resto de la administración pública es el segundo temor de la Casa Rosada. Y el tercero es acceder a todos los reclamos de las fuerzas. “Si cedemos a cada uno de los puntos, mañana nos van a pedir usar bermudas floreadas”, se animó a bromear un funcionario.

Raúl Maza, vocero de los gendarmes que permanecen acampando frente al edificio Centinela del barrio porteño de Retiro, reforzó ayer por la tarde el nivel de la protesta: “Vamos a seguir acá hasta que tengamos una respuesta. A todos los camaradas que están en descanso de guardia, en licencia, retirados, los invitamos a venir acá”. Desde las escalinatas del Edificio Guardacostas, en Puerto Madero,  el suboficial de Prefectura José Cabañas sostuvo que “hasta el martes se mantiene la protesta y estaremos esperando ver qué solución y propuesta nos trae el Gobierno” y aclaró que la negociación “está abierta”.

En las altas esferas del ámbito castrense ya apodaron la crisis como “la sublevación de los sargentos”. Sus principales referentes son cuadros jóvenes de las filas de la suboficialidad, criados y adiestrados en tiempos de democracia, profesionales y despolitizados. “Como oficiales superiores, lo único que nos preocupa es que se quiebre la cadena de mandos, esa situación puede ser grave tanto en las Fuerzas Armadas como en las de seguridad. De todas maneras, creemos que esta situación se puede sortear. Creo que ésta es una lección para todos nosotros. Esta complicada situación también tiene que servir para que la clase política nos escuche un poco más, si nos hubiesen escuchado a tiempo esto no ocurriría”, reflexionó un oficial de alto rango de la Armada que jura que el Gobierno estaba alertado del malestar de las fuerzas. El conflicto se inició el martes pasado, cuando efectivos de Prefectura comprobaron que se les redujo entre 30% y 60% sus salarios por la aplicación del decreto presidencial 1307. Desde entonces, la crisis se extendió sin encontrar salida al laberinto.


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