El grito sagrado
Con libertad es posible que haya periodistas buenos, malos o regulares. Sin libertad no hay periodismo posible. Solo hay propaganda. Así como es imposible hacer humor a favor, es imposible hacer periodismo a favor. Eso se llama propaganda. Así como la peor de las democracias es mejor que la mejor de las dictaduras, el peor de los periodistas que critican al poder es mejor que el mejor de los periodistas alcahuetes del poder. Si no hay una mirada crítica no hay periodismo. Hay obsecuencia, colaboracionismo, complicidad o una actitud resignada a ser chupamedias. Pero hay algo peor que no tener una mirada cuestionadora del poder. Cobrar sueldos del estado para ser comisarios políticos y buchones de los periodistas que hacen su trabajo como corresponde. Esta es una enfermedad de estos tiempos de cólera alimentada por el matrimonio Kirchner que desprecia a los periodistas y solo acepta a los soldados, militantes, socios o cómplices de su proyecto de poder eterno. El poder de este gobierno y de todos los gobiernos, el poder económico y las mafias son los principales enemigos del periodismo. La razón de ser, el ADN del periodismo es revelar y destapar lo que el poder de turno quiere ocultar. Si el periodista incomoda puede cometer errores como cometemos todos los días pero quiere decir que vamos por buen camino. Debe tratar siempre de acomodar a los incómodos y de incomodar a los cómodos. Ecuanimidad no significa neutralidad. Tenemos que evitar lo inhumano. No alcanza con humanizar lo inevitable. El periodismo que halaga se llama propaganda. Para eso están los consultores, las agencias de publicidad y los secretarios de medios de los gobiernos. Ellos jamás van a dar malas noticias. Se encargan de bombardearte solo con los aciertos del gobierno. Es tarea del periodista mostrar la otra cara. Si el periodismo no descubre los errores nadie los descubrirá. El periodista debe ser independiente del poder, de los anunciantes, de los dueños de los medios y también de los oyentes, televidentes o lectores. Es demagogia pura ocultar una información o disimular una opinión solamente porque no caerá simpática a quien nos escucha o nos lee. Eso es una inmoralidad y una deshonestidad intelectual. El periodista no se vende ni alquila. El periodista no cobra ni paga para hacer una nota o para obtener una información. No hace falta la biblia para saber que el periodista debe respetar los preceptos de “No robarás, no levantarás falso testimonio y no mentirás”. Si el periodista hace un buen trabajo mira los acontecimientos desde el lado de las víctimas y nunca al lado de los victimarios. Informa con rigurosidad, desata debates constructivos o denuncia corrupción en donde la encuentre.
Los dos principales insumos del buen periodista son la información debidamente chequeada y la libertad. En el día de todos los periodistas quería dejar estas humildes reflexiones producto de ejercer este maravilloso oficio desde hace más de 30 años. La opinión de todos es respetable. Pero creo que hay cosas indiscutibles. Lo dije al principio: sin libertad no hay periodismo. Brindo por eso. Por esa parte del himno de todos los argentinos que los periodistas cantamos con mas fuerza : oíd mortales, el grito sagrado: libertad., libertad, libertad…
Con libertad es posible que haya periodistas buenos, malos o regulares. Sin libertad no hay periodismo posible. Solo hay propaganda. Así como es imposible hacer humor a favor, es imposible hacer periodismo a favor. Eso se llama propaganda. Así como la peor de las democracias es mejor que la mejor de las dictaduras, el peor de los periodistas que critican al poder es mejor que el mejor de los periodistas alcahuetes del poder. Si no hay una mirada crítica no hay periodismo. Hay obsecuencia, colaboracionismo, complicidad o una actitud resignada a ser chupamedias. Pero hay algo peor que no tener una mirada cuestionadora del poder. Cobrar sueldos del estado para ser comisarios políticos y buchones de los periodistas que hacen su trabajo como corresponde. Esta es una enfermedad de estos tiempos de cólera alimentada por el matrimonio Kirchner que desprecia a los periodistas y solo acepta a los soldados, militantes, socios o cómplices de su proyecto de poder eterno. El poder de este gobierno y de todos los gobiernos, el poder económico y las mafias son los principales enemigos del periodismo. La razón de ser, el ADN del periodismo es revelar y destapar lo que el poder de turno quiere ocultar. Si el periodista incomoda puede cometer errores como cometemos todos los días pero quiere decir que vamos por buen camino. Debe tratar siempre de acomodar a los incómodos y de incomodar a los cómodos. Ecuanimidad no significa neutralidad. Tenemos que evitar lo inhumano. No alcanza con humanizar lo inevitable. El periodismo que halaga se llama propaganda. Para eso están los consultores, las agencias de publicidad y los secretarios de medios de los gobiernos. Ellos jamás van a dar malas noticias. Se encargan de bombardearte solo con los aciertos del gobierno. Es tarea del periodista mostrar la otra cara. Si el periodismo no descubre los errores nadie los descubrirá. El periodista debe ser independiente del poder, de los anunciantes, de los dueños de los medios y también de los oyentes, televidentes o lectores. Es demagogia pura ocultar una información o disimular una opinión solamente porque no caerá simpática a quien nos escucha o nos lee. Eso es una inmoralidad y una deshonestidad intelectual. El periodista no se vende ni alquila. El periodista no cobra ni paga para hacer una nota o para obtener una información. No hace falta la biblia para saber que el periodista debe respetar los preceptos de “No robarás, no levantarás falso testimonio y no mentirás”. Si el periodista hace un buen trabajo mira los acontecimientos desde el lado de las víctimas y nunca al lado de los victimarios. Informa con rigurosidad, desata debates constructivos o denuncia corrupción en donde la encuentre.
Los dos principales insumos del buen periodista son la información debidamente chequeada y la libertad. En el día de todos los periodistas quería dejar estas humildes reflexiones producto de ejercer este maravilloso oficio desde hace más de 30 años. La opinión de todos es respetable. Pero creo que hay cosas indiscutibles. Lo dije al principio: sin libertad no hay periodismo. Brindo por eso. Por esa parte del himno de todos los argentinos que los periodistas cantamos con mas fuerza : oíd mortales, el grito sagrado: libertad., libertad, libertad…
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