Los nuevos
filibusteros del Río de La Plata
La fiebre del oro invade Punta
Lara
Un grupo de personas
rastrilla en agua y tierra para dar con elementos metálicos de la historia
popular
Dicen que el que camina mirando para abajo tiene más chances
de encontrarse cosas en el suelo. Podría ser. Ese espíritu curioso atraviesa a
varios argentinos que -no por su mirada láser- tienen como hobbie desenterrar
parte del pasado popular.
Pero acá no hablamos de arqueología o paleontología, no,
todo es mucho más cercano y terrenal: son los detectoristas de metales que, día
a día, barren metros de suelo patrio para dar con peculiares objetos.
Uno de los pioneros locales es Christian Fx (46), oriundo de
City Bell y quien, para bajar el estrés cotidiano y hacer ejercicio, decidió
meterse de lleno con la detección de objetos.
Río adentro, una playa, campos privados (con el permiso
correspondiente de sus dueños) y hasta fondos de casas particulares, son
terreno fértil para el rastrillaje tecnológico. “Muchos nos confunden con
buscadores de tesoros, pero se equivocan: somos detectoristas. Buscamos en
lugares que no tienen contexto histórico, nos interesa lo que perdió la gente
común hace un año o 200. Por ejemplo, entre 1930 y 1960, mucha gente usaba oro,
que hoy se encuentra”, dice él.
¿Cómo es el procedimiento básico del
detectorista?
Primero, debe recorrer un terreno determinado, marcándose un
línea recta, y avanzar con su equipo (ver recuadro) haciendo una abanico.
“Tenés unos auriculares puestos porque el detector emite sonidos, según el tipo
de metal, con frecuencias diferentes. A tu equipo se le puede agregar un
display que te marca un rango numérico y podés intuir de qué se trata”, dice
Carlos “Ruso” Vargas, otro practicante.
Luego de hallar el objeto -y chequear su ubicación pasando
el equipo en cruza varias veces- llega el momento del “trabajo sucio”: cavar.
“Perforás un círculo alrededor del objetivo y sacás el terrón de tierra para
analizar el resultado”, agrega el Ruso.
Uno de los puntos fuertes de reunión de estos grupos (muchos
convocados a través de grupos de Facebook en dónde hay asesoramiento y se
comparten hallazgos) es Punta Lara, la costa de Quilmes, San Fernando y Olivos,
en dónde a una profundidad considerable, varios se internan en el río para
hallar objetos.
¿Con qué se encuentran? De todo. En tierra, desde tapitas de
cerveza, gaseosa, papeles de papas fritas o cigarrillos (por el componente
metalizado que tienen) como así también cigarreras antiguas, una cuchara de
hierro vieja y hasta elementos militares. “Cuando fuimos al Campamento del Calá
-en donde acampó el general Urquiza- encontramos balas y puntas de lanzas. Todo
lo dejamos ahí, se lo dimos al dueño del campo para que lo exponga en una
sala”, dice Carlos, quien también organizó una muestra de objetos hallados en
el Instituto Numismático de Avellaneda.
Entre los “tesoros” encontrados, Vargas recuerda una moneda
de Medio Real, de plata, acuñado en México en 1794, mientras Christian FX
conserva un anillo de oro de 18 kilates. “Una vez hallé en Chascomús una moneda
de 2 Reales de 1740 (NdR: esa ciudad se fundó en 1779) o un cabezal de bombilla
del siglo XIX. Increíble”.
Ir a una jornada de detección (que puede durar hasta unas
ocho horas) es agotadora y equivale a una exigente rutina de gimnasio.
“Podés hacer hasta unos 200 pozos por jornada. Eso sí, lo
que se cava, luego se tapa. Y siempre se pide permiso para ingresar a un
terreno privado”, coinciden.
¿Qué curiosidades puede tener este hobbie? “A veces nos
llaman para rastrillar fondos de casas, para buscar el anillo que se les perdió
en el parque, a la salida de la pileta o jugando al fútbol”, afirma Christian
quien en su Instagram deja registros de los objetos más curiosos que encontró .
Y deja un consejo para todo neófito que se meta en esto: “Es
un hobby muy apasionante pero si lo vas a hacer para querer llenarte de plata o
zafar el mes, es probable que te desilusiones. Así que no dejes tu trabajo
diario, son pocos los detectoristas que recuperaron el valor del equipo que
compraron”. ¡A detectarlo!
¿Qué se necesita?
El equipamiento del detectorista
Internet es una usina de posibilidades, tanto sea para
comprar como alquilar. En este último caso, en Mercado Libre se localiza un
detector de Metales Garrett ACE 250, con bobina amplificadora de profundidad y
cobertura.
O un AT Pro todo terreno, “El más usado es el Garret (EE.UU.) del cual hay varias gamas, diferenciados por longitud de onda de alcance”, comenta Carlos.
A la hora de comprar, Christian aconseja comenzar de a poco,
por lo más económico, caso el Whites
Coinmaster, que incluye auriculares, herramienta de excavación, gorra y un
delantal recolector de hallazgos.
Pero aparte de la bobina amplificadora, otro elemento
crucial es la pala: bien afilada para poder penetrar la tierra o tosca. Además
de un buen traje de neoprene para enfrentar el agua, un elemento útil de
rastrillaje es el ping pointer: un detector chico que permite localizar el
objetivo en el terrón de tierra o en el agujero mismo.
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