Hace 60 años nacía
la mítica 62 Organizaciones peronistas
Por: Juan Jose Alarcon
Un
26 de agosto de 1957, nacía la mítica 62 Organizaciones peronistas fomentada
por gremios peronistas censurados por los militares, dejaron su huella con los años, trasladando notoriedad en estos tiempos.
En
la actualidad la 62 cobra vigor con la aparición en escena del recordado
dirigente ruralista Geronimo Momo Venegas, recientemente fallecido, motor
gremial que supo levantar las banderas de Perón y Evita en tiempos donde el régimen
kirchnerista atentaba directamente contra el trabajador, negando derechos y de
marcado rechazo contra la doctrina del General Perón, con estos elementos
Venegas decidió unificar a los sectores que no fueron captados por el
kirchnerismo librando una batalla larga que tuvo su mayor exponente en aquellos
años de la recordada crisis del campo, una huelga sin precedentes en la
Argentina y que a causa de esta puja, el
gobierno de Cristina Kirchner comenzaba a marcar su retirada.
El recordado Momo Venegas en uno de sus discursos en la 62 |
Geronimo
Venegas luego del triunfo del campo ante
el gobierno Kirchnerista se convirtió sin dudas en una especie de prócer dentro
del peronismo, rescatando las bases genuinas dejo una impronta para las nuevas
generaciones que supieron entender el mensaje .
Entre
la sangre nueva de las 62 Organizaciones se encuentran Marcelo Pariente (ASIMM)
actual Sec Gral de la Juventud, en su figura recae la responsabilidad de
unificar a los sectores jóvenes que comulgan con el sentir de las 62
organizaciones, dejando mas que claro que el espíritu peronista en los
trabajadores sigue mas vivo y revitalizado que nunca .
Para
Guillermo Cantatore, joven dirigente ligado al gremio del Fosforo, la 62 es
parte del sentir mismo del obrero peronista y recuerda esta histórica fecha como
un hito en las conquistas obreras:
Marcelo Pariente junto a Cantatore en una marcha de la 62 |
“ Soy parte de esta
historia, mis banderas son las de Peron y Evita, nací y me críe peronista y
recordar esta fecha es como una fecha patria dentro de nuestras vidas, para
quienes por nuestra edad no conocimos al general Peron, el querido Momo fue y será
su mejor heredero, con el aprendimos a luchar por lo que es justo con el
sentimos el deber de ser peronista y con el vamos a comenzar a reverdecer lo
que se viene, somos trabajadores de Perón y junto al estandarte de nuestra 62
vamos a seguir en la senda trazada por nuestro conductor eterno Geronimo Momo
Venegas que aun nos sigue enseñando con su ejemplo y no estamos dispuestos a
entregar nada de los que nos fue otorgado “-concluyo Cantatore.
La historia nos
cuenta
El
golpe de Estado del 19 de septiembre de 1955 encontró a los trabajadores
argentinos sumidos en la sorpresa y la incertidumbre. El intento de
conciliación del Presidente de facto de la autodenominada Revolución
Libertadora, General Eduardo Lonardi, tuvo su expresión en el ámbito laboral al
prometer aquel a las autoridades de la CGT que la misma no sería intervenida y
que las conquistas sociales obtenidas por los trabajadores en el decenio anterior
serían mantenidas. Sin embargo, esta política llegó a su fin con el reemplazo
de Lonardi por el General Pedro E. Aramburu, fiel representante del sector más
liberal y antiperonista del gobierno. En otros términos, con Aramburu se
instalaba la “verdadera” Revolución Libertadora, es decir la dictadura militar
que venía a “desperonizar” el país, a desmantelar el modelo socioeconómico
estructurado por Juan Perón a partir de 1945, en donde tenía un destacado papel
el movimiento obrero organizado.
La
política antiobrera del gobierno siguió con una escalada normativa muy clara, a
saber:
1.
Intervino la CGT, nombrando Interventor al Capitán de Navío Alberto Patrón
Laplacette.
2.
Prohibió la participación gremial de todos aquellos dirigentes cuya actuación
se dio entre febrero de 1952 y septiembre de 1955, medida que afectó a varios
miles de dirigentes sindicales peronistas.
3.
Permitió la formación de más de un sindicato por rama de actividad, con el fin
de atomizar y debilitar los sindicatos. Como fin a mediano y largo plazo de
todas estas medidas se perseguía la disminución de la participación de los
asalariados en la renta nacional y la liquidación de toda forma autónoma de
acción política de la clase obrera.
Paralelamente
al proceso descripto, se sucedieron la ocupación por la fuerza de sindicatos y
el desalojo de sus legítimas autoridades. Estos actos eran cometidos por grupos
armados adictos al gobierno, los Comandos Civiles Revolucionarios -integrados
por principalmente por socialistas y radicales- con el apoyo explícito de
fuerzas militares, en especial de la Marina. De esta manera, fue tomando cuerpo
un sector gremial heterogéneo que había sido excluido de la conducción sindical
en la década precedente, autodenominado “libre” o “democrático” -los peronistas
también los llamaban “amarillos”- integrado por socialistas, sindicalistas,
radicales, anarquistas e independientes, que compartían su apoyo al gobierno
militar y un furioso antiperonismo.
Pero
esta política gubernativa antiobrera fue resistida por los trabajadores
peronistas. Es que no solo se atacó a la dirigencia sindical de ese origen sino
también a las bases, es decir a los trabajadores en sus lugares de trabajo, en
el taller y en la planta. Allí, los cuerpos de delegados y las comisiones internas,
uno de los legados más perdurables y trascendentes del decenio anterior,
iniciaron una larga lucha en defensa de las conquistas adquiridas y de protesta
contra la política social y económica del gobierno que los perjudicaba
ostensiblemente: nacía la Resistencia. Se fue forjando de esta manera una nueva
dirigencia peronista, joven y combativa, moldeada en la lucha antidictatorial y
en los reclamos salariales.
Desde
el punto de vista organizativo sin embargo, recién a comienzos de 1957 pudo
darse un tipo de entidad ejecutiva cuando algunos gremios normalizados
-peronistas y comunistas- dieron vida a la Comisión Intersindical, a partir de
la defensa de los siguientes puntos:
1.
Libertad a todos los trabajadores detenidos.
2.
Normalización de la CGT.
3.
Restablecimiento de precios máximos para los artículos de primera necesidad.
4.
Levantamiento del estado de sitio.
5.
Derogación de la ley de Residencia.
No
obstante ello, las autoridades avanzaron en su propósito de normalizar la CGT,
convocando a un Congreso a tal efecto para el 26 de agosto de 1957, aunque
tomando prevenciones para evitar sorpresas: la principal de ellas fue la
manipulación de cifras de afiliación gremial inflando los totales de los
sindicatos adictos para que tuviesen más delegados en el Congreso: caso
emblemático fue el de Empleados de Comercio, que pasó de declarar 96.500
cotizantes en diciembre de 1956
a 203.000 en mayo siguiente.
Se
reunieron en el Congreso Normalizador 673 delegados pertenecientes a 98
organizaciones gremiales que representaban a casi 2.500.000 trabajadores de
todo el país. El Congreso duró diez días (del 26 de agosto al 5 de septiembre).
En cuanto a los participantes, se encontraban destacados dirigentes de
militancia previa a la llegada del peronismo, como Sebastián Marotta
(Secretario General de la FORA 9º Congreso en 1915) y otros que figurarían por
su participación política y gremial en los años siguientes, como José I. Rucci
(UOM) y Casildo Herreras (AOT), futuros Secretarios Generales de la CGT (el
primero entre 1970 y 1973 y el segundo entre 1975 y 1976); Agustín Tosco (Luz y
Fuerza), referente del sindicalismo de izquierda; Alfredo Allende (seguro) y
Antonio Mucci (gráfico), Ministros de Trabajo de Arturo Frondizi y Raúl
Alfonsín respectivamente; Juan C. Loholaberry (textil), Armando March
(comercio), Juan Rachini (aguas gaseosas), Eleuterio Cardoso (carne), Luis
Danussi (gráficos) y Jorge Di Pasquale (farmacia), titulares de sus respectivos
gremios durante las décadas del ’60 y del ’70.
Apenas
iniciado el Congreso se fueron perfilando los dos sectores que confrontarían en
el transcurso del mismo. Por un lado, los sindicatos “libres” –comercio,
gráficos, ferroviarios, municipales, vestido, UPCN-, que resaltaron la
importancia de la convocatoria y la necesidad de normalizar lo antes posible la
central obrera en un marco de unidad. Por el otro, los sindicatos peronistas
–metalúrgicos, textiles, trabajadores de la carne, panaderos-, comunistas
–madera, químicos- e independientes –azucareros, Luz y Fuerza-, cuestionaron,
en distinto grado, a la intervención y, en forma más amplia, la política
laboral del gobierno, en especial las inhabilitaciones y el encarcelamiento de
dirigentes.
Las
discusiones fueron acentuando la división de los congresistas, hasta que Eleuterio
Cardoso virtió los conceptos que marcarían un punto de inflexión en la reunión,
pues reivindicó, por primera vez desde el golpe de Estado de 1955, la identidad
peronista de los trabajadores.
Las
deliberaciones continuaron teniendo como telón de fondo la propuesta de los
gremios peronistas y comunistas de crear una Comisión Verificadora de los
mandatos de los delegados presentes. Decidida la necesidad de crear dicha
Comisión, resultó la votación afirmativa por 298 votos a 291. Este inesperado
triunfo antigubernista sorprendió a los gremios “libres”, quienes acto seguido
se retiraron del Congreso, provocando el fin del mismo por falta de quórum.
El
Congreso no se reanudó nunca más. Los sindicatos “libres” que habían abandonado
el mismo formaron los “32 Gremios Mayoritarios y Democráticos”, entidad que se
extinguió en los años siguientes. Por el otro lado, los que habían permanecido
crearon las “62 Organizaciones Gremiales”, integradas por peronistas y
comunistas. Estos últimos se retiraron a fines de año y originaron el grupo de
los “19” ,
que tampoco logró mantenerse en el tiempo. Serían las 62 Organizaciones, brazo
político del sindicalismo peronista, quienes tendrían destacada participación
en la evolución del movimiento obrero argentino en las siguientes dos décadas.
A
modo de conclusión puede decirse que el Congreso Normalizador significó, por
una parte, el fracaso absoluto de la política gremial del gobierno militar, al
no poder conformar una CGT adicta, es decir antiperonista. Por otra, la
emergencia de las 62 Organizaciones, que se nutrieron de jóvenes dirigentes que
restablecieron la unidad entre identidad sindical y la identidad partidaria de
los trabajadores peronistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario