Una historia diferente de
cómo un grupo de combatientes supo proteger el pabellón nacional y regreso a la
patria sin ser trofeo de guerra para ningún invasor ingles.
El combate más encarnizado en la Guerra de Malvinas tuvo
lugar en los alrededores del Monte Longdon. En aquellas últimas jornadas se
llenaron páginas de gloria, uno de los grandes protagonistas fue el Regimiento de Infantería Mecanizada 7 “Coronel
Conde”. Durante toda la noche del 12 al 13 de junio sus trincheras fueron
acribilladas por las baterías enemigas. Nuestros soldados recibieron la
descarga de unas seis mil balas, mientras los gurkas avanzaban por la zona,
degollando sin compasión.
El Regimiento 7 fue el más castigado en aquellas jornadas:
perdió 36 hombres en el campo de batalla. Los heridos fueron 152.
“El pabellón nacional no debía estar
bajo tierra ni tampoco podía entregarse al enemigo”
Cuando era inminente el desenlace, el jefe del regimiento, Teniente
Coronel Omar Giménez, propuso a los oficiales enterrar la bandera para que no
quedara en poder del enemigo. De inmediato se cumplió la orden,pero dos jóvenes
tenientes, Jorge Guidobono y Miguel Cargnel (los dos habían dado muestras de
valor en el combate), se presentaron ante Giménez.
En medio de la lluvia de balas plantearon su inquietud: el
pabellón nacional no debía estar bajo tierra ni tampoco podía entregarse al
enemigo.
El jefe dio el visto
bueno y fue así que desenterraron la bandera, quitaron el plástico que la
cubría, la desarmaron y distribuyeron las partes (el paño, la corbata, cinco
distinciones y tres medallas) entre varios oficiales y suboficiales.
De la bandera se encargó el teniente Guidobono. De la
corbata, Cargnel, el teniente Roberto Colom escondió una distinción en su bota,
el Mayor Carlos Carrizo Salvadores colocó una debajo de su cinturón, el
subteniente Alfredo Luque puso otra en su guante, así fueron ocultando los
fragmentos, adosándolos con cinta adhesiva.
Al Terminar el combate el grueso de los soldados fue transportado de
inmediato en el buque Canberra ( Ingles) rumbo al continente, pero algunos hombres
quedaron en las islas, los oficiales Cargnel (paracaidista) y Guidobono (jefe de
Comunicaciones) fueron llevados en helicóptero a San Carlos y luego separados
del resto de sus camaradas.
Durante 15 días los mantuvieron prisioneros dentro de un
frigorífico, Guidobono, con la bandera envuelta en el torso, se las ingenió
para no ser descubierto en el cacheo, que era constante y tedioso.
Luego de varios interrogatorios los ingleses decidieron embarcarlos y así pasaron otros quince días a
bordo y sin zarpar.
Entonces ocurrió algo inesperado, los prisioneros fueron
obligados a desnudarse, a pesar de que
Guidobono quiso disimularlo, un soldado enemigo descubrió la bandera y ofuscado
le ordenó que la entregara.
El teniente se negó, el
soldado Ingles gritó su orden nuevamente y Guidobono, con calma, respondió que no
entregaba la bandera. La tensión cortaba el aire y en medio de ese silencio
eterno, el guardia cargó su fusil.
Alarmado por los gritos, un oficial británico se acercó e
intentó convencer al teniente argentino de que entregara el paño, situación que
Guidobono movía la cabeza negando como
un empecinado: la bandera no se entrega
, repetía .
El oficial británico pareció comprender que podía generarse
una situación incontrolable, allí terminó el episodio.
Todas las partes del pabellón se reunieron en Buenos Aires y
fueron honradas con los honores de batalla, respetada y recordada, formando
parte del anecdotario malvinense que será pasado de generación en generación.
En la prolija Sala
Histórica del Regimiento de Infantería Mecanizada 7 “Coronel Conde”, ubicada en
los cuarteles de la localidad de Arana, próximos a la ciudad de La Plata , se
encuentra expuesta en lugar privilegiado y encerrada en un lujoso cofre, la
bandera de guerra que usara la unidad desde 1961 hasta 1985. Amarillenta y
desflecada, su tela y semi deshechos sus bordados, los veinticuatro años en que
fuera portada por sus abanderados al frente del Regimiento, muestran no
solamente ese tiempo, sino particularmente los efectos que las circunstancias
de la guerra de Malvinas le produjeran en el corto lapso en el que aún, como
bandera de guerra, estuviera su asta plantada en proximidades del Puesto
Comando de la Unidad , azotada por el viento y otras circunstancias.
Cada 11 de junio, la
bandera veterana de Malvinas desfila ante las nuevas generaciones de soldados
argentinos.
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