Conmemoración del Voto Femenino
Nelida de Miguel, siempre
presente junto al mandato de la compañera Evita.
Se cumplieron 62 años del primer voto femenino, y en una
jornada de ilustración y sentimiento Peronista convocada por la Compañera Nelida de Miguel se rindieron los
honores a una de las conquistas de esa mujer heroica, que renunció a todo lujo
o comodidad para ser misionera de Perón.
Nelida junto a sus compañeros de lucha |
Esa Mujer que pasó por la vida fugazmente, su paso por la
vida fue breve, y como consciente de su temprana despedida, trabajó y trabajó,
inclusive más allá del sufrimiento físico, esa mujer que entregó su vida a
raudales como temiendo llegar tarde a la misión encomendada. Esa mujer que
ignoró lo bueno y lo mucho que había hecho, entregando su vida por los
desposeídos y cada acto suyo se fue grabando en el bronce de la historia y
hasta en la historia misma del bronce.
Una de las mas grandes conquistas de la historia, iluminada
por esa estrella que brilla con luz propia, llama inextinguible de la Fe Peronista, y es el alma de quien
entregó su vida por el ideal único y superior; la Felicidad del Pueblo y la
Grandeza de la Patria... en el día de ayer 11 de noviembre de 2013 le rendimos
honores a EVA PERÓN.
Fernando Bringas , Partido FE , Alte Brown
Nelida de Miguel una historia viviente
del peronismo
Charla a fondo con Nélida de
Miguel, la que acompañó a Evita, la que fue diputada, la que revela ahora
detalles acerca de esa mujer que, dice ,no fue feminista y la que habla a las
mujeres políticas de hoy desde la generación de sus padres. Una bisabuela
entrevistada aquí por quien podría ser su nieto. Al final dos recuadros, uno
sobre el Movimiento Peronista Femenino, que incluye el adiós a Eva, y el
restante sobre chárter histórico que el 17 de noviembre de 1972 trajo de
regreso a Perón luego de 17 años de exilio.
“Soy una mujer de Eva Perón”, se define Nélida
de Miguel, una de las primeras diputadas nacionales de la historia argentina,
luego de que se sancionara la ley del voto femenino en 1947, que cuatro años
después permitió la primera participación política de la mujer. El tiempo que
intermedió fue para la realización del censo y padrón que hasta entonces la
excluían. También hablará de eso.
En las puertas de
sus 90 años, Nélida sigue igual, inmersa en el presente y guiada por sus
fuertes recuerdos como la relación con Eva, su cariño por el padre Carlos
Mujica, y su admiración por Ramón Carrillo, de quien fue muy cercana.
La charla con
quienes podían ser sus nietos sobrevuela varios capítulos como el encuentro con
Moore-Koenig . nombre cuya sola mención evoca el vía crucis del cadáver de Eva.
Y hasta la reunión que movilizó a 300 mujeres por el mismo motivo para
entrevistarse con el ex presidente de facto Roberto Levingston, quien sin
querer ofició de difusor de esa lucha.
Naturalmente, no
queda afuera el charter que trajo a Juan Perón en 1972 porque ella estaba
adentro.
La rodean fotos con los principales dirigentes
políticos de los últimos sesenta años, un busto de Eva Perón rescatado del odio
y un manantial de documentos.
Entre ellos, los
relacionados .con el trabajó al lado de Eva en la Secretaría de Trabajo, luego
elevada al rango de Ministerio. Fue diputada por la Capital Federal, en 1954
hasta el golpe del año siguiente y concejal porteña en 1973.
Fue protagonista
y testigo de los tres gobiernos de Juan Domingo Perón.
“Eva no renunció al cargo
de vicepresidente de la Nación. Ella me confesó que si aceptaba el cargo,
algunos sectores de las fuerzas armadas no lo iban a aceptar”
-
¿Cómo se acercó al peronismo, cómo fue que conoció a Eva Perón?
- Fue tras el
terremoto que sufrió la provincia de San Juan, en 1944. Pero a María Duarte la
conocía su época de artista. La seguía en sus novelas. En el Malbrán, me
desempeñaba como jefa de personal, con 400 trabajadores a mi cargo, entre
enfermeros, maestranzas, médicos, investigadores, entre otros. Mi padre, que
era un militante socialista, me llevaba a escuchar, cada vez que podíamos, a
ese coronel que tanto ruido hacía, Perón. Y también a Angel Borlenghi. Me
encantaban los discursos de Perón desde la Secretaría de Trabajo.
- ¿
Y cuándo decidió participar?
- Fue el 17 de octubre de 1945. Estaba en la
puerta de mi casa y veo pasar a los trabajadores, del gremio del gas, que iban
para la Plaza de Mayo. No dudé, me sumé a ellos y les pedí una bandera. No era
común ver mujeres en la calle militando. Nunca más en mi vida, vi una Plaza tan
colmada de gente. Cuando Perón fue proclamado candidato y se comenzó a armar el
Partido Laboralista junto a Cipriano Reyes, un grupo de mujeres comenzamos a
militar a su lado, a organizar comidas, juntar fondos. Así ganamos las
elecciones del ‘46.
- ¿Podía actuar sin problemas?
- No. Mi militancia no le cayó nada bien a mi
superior en el Malbrán. el director Alfredo Sordelli, un conservador. ¡ ¡ Me
mandó al serpentario…!. Nélida se ríe; y mantiene su tono cálido al recordar
que en esos días la llamó a Yeye Ricarde, la secretaría privada del ministro de
Salud, Ramón Carrillo, quien a los pocos días la recibió en su despacho.
- ¿Era un hombre a tono con la fama que
dejó?
- Carrillo era brillante, uno de los mejores,
un sabio- se emociona. y se apaga un poco su fuerte voz.
Lo que viene es
la evocación de ese momento en el que ella realiza crudamente su planteo debido
a la arbitrariedad de la que era víctima.
- “Doctor, le dije, ustedes conmigo están
cometiendo la primera injusticia peronista”. Carrillo me fulminó con la mirada.
-
¿No le dijo nada?
- Al retirarme me
dijo que rápidamente iba darme novedades. Así fue, porque a los días, me
llevaron a verla a la mismísima señora María Duarte de Perón, que estaba
trabajando en la Secretaría de Trabajo. Estar frente a Eva fue el momento más
lindo de mi vida. Me presenté, y antes de poder seguir hablando, Eva me dice
“yo sé todo sobre usted y lo que pasó. Ahora se queda a trabajar a mi lado”.
Inmediatamente dejé el cargo en el Malbrán y me puse a sus órdenes.
- ¿Qué tareas comenzó hacer a lado de
ella?
- Eva me comunicó
con Raúl Matera, quien estaba a cargo de Salud Pública y comenzamos un trabajo
directamente con las personas enfermas, todo en conjunto con la Secretaría de
Trabajo de. Eva. Recuerdo que un día le pregunté a Matera que eran esos
biblioratos enormes que comenzaban a juntarse. Eran pedidos de miles de
personas que nos propusimos a contestar uno por uno y que al comienzo llevaban
la firma de Isabel Ernst, la secretaría de Eva.
- ¿Cómo se encaró ese tendal?
- Propuse
resolver los problemas directamente nosotras y clasificar los pedidos por
enfermedades, por trabajo, por pedido de empleos, por angustias. Esa
información la preparábamos para los viajes que luego hacían Perón y Eva por el
interior del país. Así llegaban las soluciones. También tenía la tarea de
trasladar a los enfermos, si el cuadro era complejo, a Buenos Aires. Sólo Eva
Perón era la encargada de autorizar los traslados, la mayoría en avión.
- Miles de historias…
- Sí. Me acuerdo
de un caso, de los tantos, porque era una mujer muy enferma, René Aparicio, que
militaba en el radicalismo y quizás me venta a la mente ante tantas cosas se
dijeron. Nosotros atendíamos a todos, todo el tiempo, tantas horas, tantas
ganas. Perón la llamaba a Eva, para que regresara a la casa y ella seguía atendiendo
a la gente, hasta cualquier hora. Todas la seguíamos, y dejamos tantas cosas
por el peronismo.
- ¿Por qué Eva decide trasladarla a La
Rioja y después a Tucumán?
- Porque había
mucho para hacer en todo el país. Nosotras, no teníamos ambulancias, nos
manejábamos con camiones del Ejército. Decíamos que éramos las pateadas, porque
caminábamos todo el día, viajábamos por las ciudades. Esa misma tarea haríamos
a los años siguientes de la sanción de la ley del voto femenino, cuando tuvimos
que censar a miles de mujeres. Que tarea –se le llenan los ojos de lágrimas-
convencer en esa época a los maridos, muchos de ellos, esposos golpeadores.
- ¿Cuándo fue que Eva le pide a sus
delegadas comenzar a elaborar el brazo femenino dentro del peronismo?
- Aún antes de la
sanción de la Constitución Nacional del 49. Así salimos a las calles, cada una
trabajando en nuestros lugares, pero creando en cada rincón del país las
unidades básicas, donde no solo se impartiría capacitación política sino
también clases de alfabetización, de corte y confección. Nosotras recorrimos
rancho por rancho.. Teníamos la gran tarea de saber cuántas mujeres existían en
el país, cuántas éramos peronistas y dónde estábamos.
- ¿Qué carácter tenía Eva? ¿Ejercía el
poder como un hombre?
- Era directa, no
andaba con vueltas. Un día me dice “Nélida, no ponga más unidades básicas ni en
la Rioja, ni en Tucumán, que hay más unidades que sillas y mesas”. Eva era dura
con aquellas que eran flojos en la lucha. Ella seguía todo, iba de acá para allá,
no paraba. En 1948 se crea la Fundación Eva Perón, una tarea para la Primera
Dama, además de las durísimas en la Secretaría de Trabajo y Previsión.
- ¿Esa valorización de la mujer se
percibe?
- Sin lugar a
dudas.. Que alegría teníamos todas cuando se sancionó la ley de voto femenino.
Eva ya estaba enferma, había estado con mucha fiebre esos días en la Fundación.
Yo estaba en la Capital Federal. Se había desmayado en un acto junto al
presidente Perón. Con esa ley cerrábamos la lucha de muchas mujeres como Alicia
Moreau de Justo y Julieta Lentieri. Luego vino el censo, la confección de la
libreta cívica, el empadronamiento para las elecciones de noviembre de 1951.
- ¿Cómo se hizo esa tarea?
- Íbamos casa por
casa, con una invitación a las vecinas a afiliarse al partido y a convocarlas a
la unidad básica previamente instalada en el barrio. Cuando tuvimos que hacer
el censo y el empadronamiento femenino para las elecciones, nos encontramos con
dos dificultades: el miedo de muchas mujeres a lo desconocido que era la
política y la oposición de los maridos a que sus mujeres actuaran militaran.
- ¿Pero Eva era o no feminista?
- No, no era
feminista. Ella quería la igualdad con los hombres en todos los planos.
Revindicar a la mujer argentina, a las amas de casas, a las jubiladas. Por eso
nos dijo que había que recorrer las calles, dialogar con la gente, con esas
mujeres de las fábricas, tan dignas esas trabajadoras.
-
¿Es tan dura y difícil la política para las mujeres?
- Más que difícil, es durísima,
despiadadamente dura. No estoy en contra de los hombres, pero la lucha, las
cosas, son de a dos. Es decir, los dos juntos, no uno delante y el otro atrás.
Los hombres nos usan a nosotras, que siempre damos todo, porque quienes entran
y están en todos lados, somos nosotras, las mujeres.
“El golpe fue durísimo, se venía
anunciando, me fui rápidamente a la casa de unos amigos, radicales, en Luján, “La
Libertadora” nos cazaba “
- ¿La oposición de esos años era más o
menos dura que la actual en el gobierno de Cristina Fernández?
- La oposición
que sufrió Perón fue terrible. Desde Braden y toda el ala de la Unión
Democrática. Esa oposición fue muy dura. Pero lo era más con Eva que con Perón.
Durísima, le decían de todo. Más que opositores, eran terribles oligarcas.
- ¿Nélida, fue tan duro el cabildo abierto
del 22 de agosto de 1951 para Eva?
- Es que Eva no
renunció al cargo de vicepresidente de la Nación. Ella me confesó que si
aceptaba el cargo, algunos sectores de las fuerzas armadas no lo iban a
aceptar. Recuerdo cuando me lo dijo, días antes del Cabildo. “Nélida, le digo
algo. No voy a ser candidata”. Nosotras no nos tuteábamos, me puse mal, le
pregunté, “pero señora, como que no va a ser candidata?”. Eva en pocas palabras
me dijo que había que cuidar a Perón. Encima, estaba muy enferma.
-
¿Cómo fueron esos días de la enfermedad de Eva Perón?
- Seguía
trabajando, los desmayos eran seguidos y las compañeras no queríamos preguntar
nada. Un día me quedo con ella y me comentó que la estaban revisando los
médicos. Nunca supo que le opero un médico estadounidense, de apellido Pack,
sino no se operaba nada. Nunca la vi quejarse, jamás, yo misma me ofrecí a
ayudarla, pero ella se mostraba siempre entera.
-
¿Qué recuerda del velatorio de Eva Perón y del trabajo sobre su cuerpo de Pedro
Ara?
- Yo misma me
quede limpiando la tapa de los vidrios del cajón. Sabíamos que Ara estaba
trabajando en su cadáver. Yo cuidaba el cajón en el Ministerio de Trabajo.
También estaba Delia Parodi. Un día el cajón debió ser abierto y observamos que
transpiraba el cuerpo. Eva Perón tenia un hermoso prendedor y el escudo
peronista, que le habían regalado tiempo atrás los trabajadores de la CGT. Pero
ya en el Congreso de la Nación, ese prendedor no estaba. Había que cuidarla
hasta aún cuando murió Yo participé en la cureña que acompaño los restos hasta
el Parlamento. Jamás pude olvidar ese día.
-
¿Cómo fue acompañar sus restos?
- Impresionante. El pueblo entero estaba en
las calles. Yo todavía lloró a Eva Perón.
-¿Dónde la encontró el golpe de la
Libertadora?
- Estaba en el
Congreso de la Nación. El golpe fue durísimo, se venía anunciando. Me fui
rápidamente a la casa de unos amigos, radicales, en Luján. La Libertadora nos
cazaba. Como no me encontraban fueron a la casa de mi madre y se llevaron
detenida a mi hermana. Nosotros comenzamos la Resistencia, esa misma que tanto
revindicó, entre otros Enrique Oliva (recientemente fallecido). Me dolió tanto
cuando me llegó el dato de la detención de mi hermana que me presenté al mismo
de Servicio de Informaciones de Estado. Me recibió el propio Carlos de
Moore-Koenig que ya tenía en su poder el cadáver de Eva.
-
¿Cómo fue estar Moore-Koenig frente a frente?
- No tenía miedo.
El se me acercó y me dijo “así que usted es la famosa Nélida de Miguel”. “Yo no
soy famosa de nada” le conteste. Me dijo que quedaría detenida, pero me
pregunto dónde quería ir.. Se le notaba a Moore-Koenig ese odio por Evita. Fui
a parar a la cárcel en Tucumán, pero salí en poco tiempo y volví a Buenos
Aires. Fue así que nos pusimos a trabajar, juntar fondos, comida, llevar ropa a
todos nuestros hombres y mujeres que seguían presos, sobre todo los hombres.
Fueron año duro
-
¿Qué recuerda del levantamiento de Juan José Valle y los fusilados de 1956?
- Estábamos en la resistencia. En esos días de
junio de 56, sabíamos que algo pasaría. No estaba en mi casa y al día
siguiente, 10 de ese mes, una vecina me dice que había policías en la puerta..
Amigos radicales que me protegían, hasta dándome ropa. La resistencia la dimos
en todos los planos. Recuerdo que pegamos fotitos de Perón y Eva en los vasos y
tazas de las confiterías y bares de toda la Capital Federal. Cuando la cosa se
complicaba, unos amigos de Avellaneda me refugiaban-, se emociona.
-
Mientras tanto, ¿se sabía algo del cadáver de Eva?
- Nada. Eso nos
tenía tan mal. Nosotros habíamos ido a la CGT, a hablar con su secretario
general, Hugo Di Pietro. La queríamos con nosotros. Así pasó más de una década,
sin saber nada de nada. Luego de la muerte de Pedro Eugenio Aramburu, en 1970,
quien decía que él sólo quería darle sepultura cristiana a Eva pero que no
sabía dónde la habían enterrado, varias mujeres, entre ellas Delia Parodi y sin
preguntar a nadie, pedimos una audiencia con el general Roberto Levingston que
estaba a cargo del Ejecutivo. Fuimos 300 mujeres en Plaza de Mayo. Recuerdo que
antes agarré una foto de ella y le escribí “¿Dónde estas?” y puse abajo Centro
Eva Perón, que no existía.. Les pedimos una mano a los gremios. Todos los
sindicatos nos ayudaron y la Ciudad y parte de la provincia de Buenos Aires
quedó empapelada con esa foto de Eva y esa frase, todo antes de ver a
Levingston.
- ¿Cómo fue la reunión?
- Nos recibió en la Casa de Gobierno. Tenía un
legajo de todas nosotras sobre su escritorio. Le pedimos por los restos de Eva
Perón, que queríamos saber dónde estaban. No nos dijo, pero logramos, sin que
él se diera cuenta, sacarnos una foto con él tomando la foto con la leyenda
“¿Dónde estas?”. Fue impresionante. Salió publicada en la mayoría de los
diarios y en revistas de la época. Finalmente, el 3 de septiembre de 1971, los
restos de Eva a Perón fueron devueltos.
-
¿Cómo tomaron ese encuentro otras figuras del peronismo?
- Mal, muy mal.
Jorge Paladino, que era el delegado de Perón, nos salió al cruce, diciendo que
un grupo de locas fue a pedirle a Levingston el cadáver de Eva. Pero en ese
tiempo comenzaba la movida de Agustín Lanusse para quedarse con todo. Los
restos volvieron, la tuvimos de vuelta con nosotros. Pensar que ahora están en
el cementerio de La Recoleta a metros enterrada.
- El charter fue una especie de arca de
Noé peronista, ¿que recuerda de aquel momento histórico?
- Fue extraordinario. Y con el paso de los
años me pareció más impresionante. Pero qué días tan duros. Llegamos a Roma y
nos recibe Perón, nada de besos, ni de abrazos. Perón no daba besos. Me dijo
que se acordaba de mi, no sé, él era tan carismático. Yo viajaba al lado de la
actual ministra de Defensa, Nilda Garré y de la actriz Marilina Ross. Donde
estaba Perón se llenaba de gente, todos queríamos estar cerca de él. Yo en el
avión yo no lo veía y me ponía nerviosa. El charter tenía compartimientos y Perón
estaba delante de todo. Tenía miedo, pensaba que quizá no había subido. Lo más
emocionante era las misas y las palabras que decía el padre Mujica. Que hombre
tan puro – se emociona- el querido Mujica. Lloré tanto cuando él dijo por
Perón, “estamos llevando al héroe de la Patria”. Mujica era un grande con todas
las letras.
-
Pero usted a Perón no lo veía en el avión. ¿Qué decía Isabel?
- Isabel estaba
en la suya. Yo tenía confianza con ella. En el exilio me mandaba cremas. Le
decía, “pero mirá vos, tenemos que venir nosotras a buscar al General, que
estas haciendo vos?. Pero ella no me decía nada. Con el tiempo la relación se
fue enfriando y no hablamos más.
- Entonces, cuándo fue que comprobó que
Perón realmente estaba en el avión y regresaba a la Argentina?
- Yo no paraba de preguntar por el General.
Antonio Cafiero era otro que me decía, “Nélida pará un poco, confíá”. Lorenzo
Miguel también. nos pedía silencio, que Perón quería descansar. Pero yo estaba
preocupada. En pleno vuelo, lo veo al notero Jorge Conti (yerno de José López
Rega) que se estaba afeitando, le explico mi inquietud y él me dice que se
estaba preparando porque Perón quería darle unas declaraciones”. Ya más
tranquila, paramos en Brasilia, nos bajamos y lo veo, lo veo a Perón. Me volvió
la alegría y cantamos el Himno Nacional, Cuando llegamos a Buenos Aires, que
día impresionante, nos fuimos a la casa de Gaspar Campos, esa casa que
compramos entre todos los peronistas. Luego, en Olivos, nos agradeció a uno por
uno. Fueron momentos inolvidables.
-
¿Qué opina de las actuales mujeres que están en la política?
- Todas son muy
inteligentes, de una capacidad intelectual impresionante. Nosotras, con Eva a
la cabeza fuimos las primeras pero estas mujeres tienen un vuelo alto. Las
mujeres en todas las épocas siempre tenemos que dar más, porque nos exigen más.
Ese quizá fue el legado de esas trabajadoras que murieron en el trágico
incendio de esa fábrica en 1911. Este es mi homenaje a ellas y las mujeres que
luchan de la política actual, que trabajan por un país mejor. Es más difícil
para nosotras, pero confío en que volverán los días felices en la Argentina.
Volanta y titulo:
NELIDA DE MIGUEL. Diputada nacional en 1954, censista y delegada de Eva Perón
entre 1947 hasta su muerte y concejal porteña en 1973 hasta el golpe del 76/
“La política es despiadada con las mujeres”
El
partido femenino
Tras la sanción de la ley del voto
femenino, el otro gran puente para la participación de la mujer en la política
fue la sanción, el 11 de marzo de 1949 de la reforma constitucional. En ella,
para muchos otros Constitución que finalmente sería derogada por decreto de la
Revolución Libertadora, en 1955, se reconocen los derechos a la mujeres. Fue la
base para que cinco meses después, Eva Perón proclame la creación del
Movimiento Peronista Femenino.
EL ADIOS. Tras una larga agonía, el 26 de
julio de 1952, muere Eva Perón. Comienzan los trabajos del médico Pedro Ara,
experto en técnicas de enbalsamiento. El largo velatorio ante el enorme pesar
popular y su impresionante expresión se inició en la CGT y el 9 de agosto el
féretro fue trasladado al Congreso de la Nación. El cortejo con una guardia de
honor incluía diez mujeres. Nélida fue una de ellas.
En el charter histórico
El
avión se llamaba Giuseppe Verdi y Nélida de Miguel fue una de las mujeres que
formaron parte de ese charter de Alitalia que partió desde Roma y trajo a Juan
Domingo Perón, el 17 de noviembre de 1972, tras 17 años de exilio.. Enfrentó
así al general Alejandro Agustín Lanusse, quien el 7 de julio de ese mismo año
había dicho que a Perón “no le daba el cuero”. Vino por un corto tiempo para
armar el frente con el que enfrentaría a esa dictadura en las elecciones del 11
de marzo de 1973 con la candidatura de su leal colaborador Héctor J. Cámpora.
También para entrevistarse y entenderse con Ricardo Balbín, líder radical,
adversario del pasado que se transformaría en amigo. Perón volvía al país luego
del frustrado intento de ocho años atrás, cuando gobernaba el también radical
de Arturo Illía y su canciller era Andrés Zabala Ortiz, encargado de las
gestiones con Brasil para interrumpir el viaje en su escala de Río de Janeiro.
Lo acompañaban Isabel, Jorge Antonio, Andrés Framini y Augusto Vandor.
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