LA LUCHA POR LA VICEGOBERNACION
ES CUERPO A CUERPO
El ministro de Desarrollo reaccionó porque se le escapa la vicegobernación. Promesas y la duda de un sector sobre cómo jugaría la principal aspirante en caso de desencuentros entre el gobierno provincial y el nacional
Dar o intentar dar una patada, en la jerga del fútbol es foul. En la política es señal inequívoca de enojo y mensaje. Así como anda su amado Independiente en el torneo de la AFA, la candidatura de Baldomero Alvarez de Olivera a la vicegobernación empezó a dar tumbos y entró en la zona de promoción. Y pese a que algunos creen que puede llegar, la realidad es que no habrá descenso directo, pero tampoco título.
Advertir esto generó en el ministro de Desarrollo Social un estado de ira, y así lo hizo saber mediante un trascendido, sísmico para un gabinete poco acostumbrado a cimbronazos de estas características y revelador de otras cuestiones internas. Si bien Cacho se alteró al verse de golpe desplazado de la grilla mediática sobre los posibles acompañantes del Gobernador para la reelección, y cayó mal su forma de hacer saber el enojo, tampoco cierran en el sciolismo de paladar negro otras alternativas más probables. Por caso, sectores ven con recelo la tibieza en la defensa de la gestión exhibida por quien sería la elegida: Cristina Alvarez Rodríguez.
A Cacho Alvarez lo contuvieron, le dijeron que todavía la decisión final no estaba tomada, y le prometieron continuidad en
el gabinete más allá del 10 de diciembre. El enojo y el trascendido de renuncia surgido desde el propio ministerio tuvieron efecto.
El hombre de Avellaneda esgrime entre los argumentos para defender su postulación que fue el primero en jugar la chance de la vice, que nunca se negó a defender la gestión, aunque no fuera de su área, y que la última cruzada la hizo cuando pidió la expulsión de Jorge Landau como apoderado del PJ. Cree que el Gobernador debió tener más en cuenta eso, incluso en una eventual negociación con la Presidenta para cerrar la fórmula.
Entre los requisitos difundidos para la vice, desde el gobierno provincial dejaron trascender la importancia de la lealtad absoluta, sin beneficio de la duda ante posibles roces con la futura composición de la Casa Rosada. “Balestrini tenía relación cercana al Gobierno nacional, pero en momentos complicados siempre jugó para la Provincia”.
Advertir esto generó en el ministro de Desarrollo Social un estado de ira, y así lo hizo saber mediante un trascendido, sísmico para un gabinete poco acostumbrado a cimbronazos de estas características y revelador de otras cuestiones internas. Si bien Cacho se alteró al verse de golpe desplazado de la grilla mediática sobre los posibles acompañantes del Gobernador para la reelección, y cayó mal su forma de hacer saber el enojo, tampoco cierran en el sciolismo de paladar negro otras alternativas más probables. Por caso, sectores ven con recelo la tibieza en la defensa de la gestión exhibida por quien sería la elegida: Cristina Alvarez Rodríguez.
A Cacho Alvarez lo contuvieron, le dijeron que todavía la decisión final no estaba tomada, y le prometieron continuidad en
el gabinete más allá del 10 de diciembre. El enojo y el trascendido de renuncia surgido desde el propio ministerio tuvieron efecto.
El hombre de Avellaneda esgrime entre los argumentos para defender su postulación que fue el primero en jugar la chance de la vice, que nunca se negó a defender la gestión, aunque no fuera de su área, y que la última cruzada la hizo cuando pidió la expulsión de Jorge Landau como apoderado del PJ. Cree que el Gobernador debió tener más en cuenta eso, incluso en una eventual negociación con la Presidenta para cerrar la fórmula.
Entre los requisitos difundidos para la vice, desde el gobierno provincial dejaron trascender la importancia de la lealtad absoluta, sin beneficio de la duda ante posibles roces con la futura composición de la Casa Rosada. “Balestrini tenía relación cercana al Gobierno nacional, pero en momentos complicados siempre jugó para la Provincia”.
" Recuerdan y rememoran que Alvarez Rodríguez ya demostró rasgos de independencia, cuando en la elección de Pinamar no jugó con la candidatura de Altieri, apoyado por Scioli. "
“Si vos tenés un vice que pueda sacarse hoy una foto con Sabbatella, no es para estar muy seguros”, dijo un encumbrado hombre del gobierno. Apuntó a otros aspirantes.
Bajo ese argumento de la lealtad es que apareció en las últimas semanas el nombre de Alberto Pérez, pero el ministro se autoexcluye de la carrera por la vicegobernación.
Sucesión de hechos
El jueves 5, pasado el mediodía, Cacho Alvarez juntó a su gabinete. Luego, ante empleados, Osvaldo Meme, director de Personal, dijo: “Nos vamos”. Y mientras otros funcionarios pedían calma, la atmósfera enrarecida no tardó en salir a la calle y repercutir en los medios. Lo que era una amenaza de renuncia se convertía en casi una certeza de alejamiento.
Así, Alvarez ponía en conocimiento del resto del gobierno y de la sociedad su malestar, potenciado porque ya no aparecía como uno de los posibles candidatos y, para colmo, se aseguraba que la elegida era su compañera de gabinete.
“Se dio un baño de realidad y reaccionó”, dijo un funcionario. “Cuando supiera que él no iba a ser, de la manera que jugó, no tenía otra alternativa que la de irse”, ironizó otro, con poco feeling con Alvarez.
La tensión duró dos días. El viernes por la noche, el jefe de Gabinete convocó a Alvarez en el Banco Provincia. Hablaron de política, de la necesidad de cerrar un esquema de trabajo electoral, y remataron con algunas cositas de gestión. Alberto Pérez fue el encargado de calmar a Alvarez y garantizarse su no renuncia, a la vez de garantizarle al ministro continuidad en el proyecto. De algún modo, intentar dar una patada le significó advertir que seguía en la cancha, aunque no sea el destinado para hacer el gol.
“Si vos tenés un vice que pueda sacarse hoy una foto con Sabbatella, no es para estar muy seguros”, dijo un encumbrado hombre del gobierno. Apuntó a otros aspirantes.
Bajo ese argumento de la lealtad es que apareció en las últimas semanas el nombre de Alberto Pérez, pero el ministro se autoexcluye de la carrera por la vicegobernación.
Sucesión de hechos
El jueves 5, pasado el mediodía, Cacho Alvarez juntó a su gabinete. Luego, ante empleados, Osvaldo Meme, director de Personal, dijo: “Nos vamos”. Y mientras otros funcionarios pedían calma, la atmósfera enrarecida no tardó en salir a la calle y repercutir en los medios. Lo que era una amenaza de renuncia se convertía en casi una certeza de alejamiento.
Así, Alvarez ponía en conocimiento del resto del gobierno y de la sociedad su malestar, potenciado porque ya no aparecía como uno de los posibles candidatos y, para colmo, se aseguraba que la elegida era su compañera de gabinete.
“Se dio un baño de realidad y reaccionó”, dijo un funcionario. “Cuando supiera que él no iba a ser, de la manera que jugó, no tenía otra alternativa que la de irse”, ironizó otro, con poco feeling con Alvarez.
La tensión duró dos días. El viernes por la noche, el jefe de Gabinete convocó a Alvarez en el Banco Provincia. Hablaron de política, de la necesidad de cerrar un esquema de trabajo electoral, y remataron con algunas cositas de gestión. Alberto Pérez fue el encargado de calmar a Alvarez y garantizarse su no renuncia, a la vez de garantizarle al ministro continuidad en el proyecto. De algún modo, intentar dar una patada le significó advertir que seguía en la cancha, aunque no sea el destinado para hacer el gol.
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