



Una mañana de Marzo
Voy camino a los cincuentaPunto y coma de la vidaSin pensar, sin darme cuentaCerca del punto final,Esquivando a los espejosQue antes fueron mi alegríaY hoy los miro desde lejosPara poderme peinar. Voy camino a los cincuentaReflexiones y balancesResistiendo a los percancesQue muy pronto han de llegar. Me da bronca cuando piensoQue ya está, que esto fue todoY que sigo estando soloPor mi forma de pensarQue el amor que yo queríaY a mi vida no llegabaFue una loca fantasíaQue jamás pude lograr Voy camino a los cincuentaY aunque nunca te lo digaLo que resta de mi vidaNo lo quiero regalarPorque dentro de mi pechoTengo un sueño todavíaY es un sueño que algún díasé que lo voy a lograr Cacho castaña.Un largo y frio Marzo regresa cada año reposando sobre mi mente en forma de hojas secas, me anuncia a campanadas que me apure con el toddy por que viene el micro, mientras la voz de mi vieja me recuerda que no me olvide nada y cuidadito con manchar el guardapolvo “ Arciel” nuevito, el único por que el del año pasado esta hecho jirones, así somos los varones, pitucones infaltables y algún que otro botón bailando con ganas de tomárselas por el patio.
1974 llego con brios, democracia endeble y un Perón a cuenta gotas, pero a mi solo me importaba que la momia negra se vuelva a Egipto, que Yolanka le gane a Karadagian , recuperar la bolita “carnicera” que perdí el año pasado a manos de un pibito de quinto y decirle a la rubia del banco de atrás , todo lo que me gusta.
Quien puede olvidarse del kiosco de Don Veiga el esposo de Marga, la portera, cuantas mañanas nos hizo el aguante charlando de futbol mientras leíamos de ojito la revista “ Goles” o el “Grafico” y guarda con hablar mal de Racing por que Don Veiga era fana y por ende la sufría .
Suena la campana, a formar todos y como siempre, corriendo por no llegar tarde, con medio paquete de “ Mannon” abierto por convidar , me atraganto cantando el “Voto Cívico”.
Imposible olvidarse del invierno de aquellos años, frío azul, implacable viento y tremendas patinadas por los adoquines de Amenedo sobre la blanca escarcha que se juntaba en el cordón, no solo congelaba los zapatos, también el alma.
Irrepetibles mañanas, bostezos prolongados, elásticos multicolores que le dicen adiós a nuestra valija de cuero, gomas perfumadas y fibras Silvapen comenzaban a decirnos que estábamos modernizándonos, pero yo me daba cuenta que todo estaba por terminarse, en un abrir y cerrar de ojos llego fin de año y luego de un frustrado viaje a Córdoba nos conformamos con un asado de egresados en “ La Martona ”, el día que Jorgito también se fue de egresado a un lugar mejor , preferí pensarlo así.
Todo lo que paso después, nos marco para siempre, veo a esos niños que todavía siguen jugando en el patio de nuestra escuelita y se resignan a partir, mejor hago silencio para no molestarlos, no sea cosa que los pierda para siempre .
Juan José Alarcón






